En la industria de la construcción, uno de los mayores desafíos relacionados con la gestión eficiente de recursos es el control del combustible. Con esta preocupación en mente, decidí supervisar personalmente la carga de diésel en bidones para luego distribuirlo entre las cuadrillas y medir el rendimiento de las máquinas. Durante una semana, acudí a la misma gasolinera, pero lo que comenzó como una rutina de control se transformó en una sospecha de irregularidades al segundo día.
Todo inició cuando noté que mis bidones de 50 litros parecían llenarse con más de la capacidad indicada, llegando a registrar hasta 55 litros. Alarmado por esta discrepancia, expresé mi queja y, al tercer día, solicité la presencia del gerente para esclarecer la situación. Los argumentos que presentó fueron variados y, aparentemente, bien estudiados:
- Temperatura del recipiente: Según el gerente, el volumen del combustible aumenta si el recipiente no se encuentra a una temperatura estándar de 25ºC.
- Recipiente no normado: Afirmó que los bidones que yo utilizaba no estaban certificados para garantizar un volumen exacto.
- Desgaste del recipiente: Argumentó que, con el tiempo, los bidones pierden rigidez, se deforman ("se abomban") y esto podría alterar el volumen percibido.
- Prueba con unidad calibrada: Propuso utilizar un recipiente calibrado de 20 litros como prueba de la precisión de sus surtidores.
Aunque algunas de estas explicaciones tenían cierta lógica, no era posible confirmar de inmediato cuánto del supuesto "aumento de volumen" se debía a la temperatura o al desgaste del bidón. Decidí aceptar su propuesta de la prueba con la unidad calibrada.
Para mi sorpresa, al llenar el recipiente calibrado, los resultados quedaron dentro del rango aceptable establecido por la normativa. Sin embargo, tras devolver el combustible al tanque, quedó un sabor amargo de duda. Sospechando que algo no estaba del todo claro, propuse un nuevo experimento para verificar la expansión del bidón:
- Llenar dos veces la unidad calibrada y verter el combustible en un bidón de 50 litros.
- En el tercer llenado, vaciar únicamente lo necesario para alcanzar la marca exacta de 50 litros en el bidón.
- Medir la diferencia en la unidad calibrada para determinar la expansión del bidón.
El gerente se negó rotundamente.
Propuse una segunda prueba:
Utilizar la unidad calibrada para verter exactamente 40 litros en el bidón y marcar su nivel.
Al día siguiente, solicitar el servicio de 40 litros y verificar si alcanzaba la marca establecida.
Nuevamente, el gerente rechazó la idea, argumentando que las normativas prohíben reutilizar el combustible de las pruebas informales y que cualquier procedimiento fuera de lo estipulado carecería de validez técnica.
A pesar de mis esfuerzos por demostrar la transparencia del servicio y disipar las dudas sobre teorías como la "expansión por temperatura" o el "abombamiento" de los bidones, mis propuestas solo lograron incomodar al gerente.
Conclusión
Todo indica que la gasolinera tiene algo que ocultar, y las herramientas actuales no permiten a los consumidores verificar la cantidad exacta de combustible que reciben. Este problema pone en evidencia la necesidad de reformar el marco legal para brindar mayor certeza a los clientes y garantizar que lo que pagamos corresponde con lo que obtenemos.
IME Jorge H. García Valladares
Ingeniero Mecánico Electricista por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey con Maestría en Administración de la Construcción.
Entre sus principales aportaciones a la sociedad se encuentran la participación en diferentes comités de normalización, eficiencia energética, sustentabilidad, docencia y ha escrito diversos artículos para revistas y periódicos locales y nacionales, así como conferencias a nivel nacional e internacional relacionadas con la gestión energética y sustentabilidad.
Es especialista en Sistemas de Seguridad Comercial. Perito en Ingeniería mecánica y eléctrica del PJF
Miembro del consejo consultivo de FECIME, Tecmilenio, Casa Segura (de alcance nacional) y de la Asociación EXATEC Yucatán.
Es miembro senior y fundador del capítulo Yucatán de la IEEE. Presidente fundador de la Asociación Yucateca de Constructores Eléctricos (AYCE)miembro de la XIX comisión ejecutiva de la Unión Mexicana de Asociaciones de Ingenieros UMAI.
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