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Cuando el éxito nos hace ciegos. Juan Carlos García Barcala
Cuando el éxito nos hace ciegos. Juan Carlos García Barcala
El éxito tiene un efecto curioso. A veces nos impulsa y otras veces nos adormece.
Cuando todo parece funcionar, cuando los clientes siguen llegando y los números sonríen, algo dentro de nosotros empieza a susurrar: "ya lo logramos”. Y ahí, justo ahí, comienza el riesgo más grande.
Porque el éxito es un espejo tramposo. Refleja lo que hicimos bien, pero no muestra lo que está cambiando afuera. Nos hace mirar hacia adentro, hacia lo que dominamos, mientras el mundo sigue cambiando a otra velocidad. Y cuando por fin volteamos, ya hay otros jugando un juego distinto.
Muchas empresas no fracasan por malas decisiones, sino por decisiones lentas o tardías. Blockbuster no cayó porque no supiera de Netflix; cayó porque creyó que el modelo que la hizo grande seguiría funcionando. Kodak no ignoró la fotografía digital por desconocimiento, sino por miedo a que su propio invento destruyera su negocio. Su error fue confundir éxito con permanencia.
A todos nos pasa. Un restaurante que llena mesas cree que no necesita reinventar su menú. Una empresa con buena cartera de clientes asume que la fidelidad es eterna. Un líder con resultados sólidos se convence de que su estilo seguirá sirviendo para todo. Pero el entorno no espera. Las expectativas cambian, la tecnología avanza, los hábitos mutan. Y cuando el éxito se convierte en excusa para no mirar más allá, se transforma en una venda.
El peligro no está en celebrar los logros, sino en dejar de hacer preguntas. ¿Qué quieren hoy mis clientes que antes no pedían?, ¿Qué detalles estoy ignorando y que podrían hacer la diferencia?, ¿Qué decisiones no estoy tomando porque "todo va bien”?
Las empresas más exitosas no son las que más saben, sino las que más dudan. Dudan con método, con disciplina, con humildad. Se hacen preguntas incómodas incluso cuando ganan. Y no porque sean pesimistas, sino porque entienden que la verdadera fortaleza está en anticiparse, no en confiarse.
El éxito debería servir como punto de partida, no como refugio. Como un impulso para explorar lo que sigue, no como una razón para detenerse. Cada logro trae consigo una nueva responsabilidad: la de mantenerse despierto.
Liderar una empresa es, en buena medida, aprender a vivir en contradicción. Hay que celebrar sin dormirse. Defender lo que funciona, pero cuestionarlo todo el tiempo. Tener la seguridad de los resultados, pero la curiosidad de quien empieza.
Porque el éxito no se mide solo en ganancias, sino en la capacidad de seguir viendo lo que otros ya no ven. Y cuando el éxito nos hace ciegos, no es el mercado el que cambia sin avisar, somos nosotros los que dejamos de mirar.
Juan Carlos García Barcala
Juan Carlos es ingeniero industrial y de sistemas por el Tecnológico de Monterrey, con una Maestría en Sistemas de Calidad y Productividad y una especialidad en Administración Financiera. Actualmente, es socio director de PlanEs, empresa de consultoría en planeación estratégica. Ha sido Director General de la Agencia para el Desarrollo de Yucatán y Coordinador General de Proyectos Estratégicos. Apasionado de la tecnología, la lectura, la familia y la buena comida, es también fan del Real Madrid. Su carrera combina excelencia profesional con un enfoque integral en su vida personal.















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