Una auditoría, en el mundo empresarial, es un proceso mediante el cual se detectan errores, se corrigen desviaciones y se implementan acciones para mejorar los resultados. [WikiPedia]

No se si lo habías visto así, pero la verdad es que nosotros somos nuestra empresa más importante. Somos los responsables administrar los múltiples recursos que el ser supremo puso en nuestras manos: mente e intelecto, corazón y emociones, tiempo, fe, carácter, salud, talentos y habilidades, educación, creatividad, familia, amigos, redes profesionales, dinero, bienes, etc.etc. etc… para tomar buenas desiciones, que nos generen buenos resultados y llegar así a nuestro destino. Así como una empresa necesita revisar constantemente sus resultados para avanzar, tú y yo necesitamos examinarnos y confrontarnos para ajustar el rumbo de nuestra vida.

La verdadera prosperidad, en cualquier ámbito: personal, profesional, familiar o espiritual; empieza cuando decidimos evaluarnos con honestidad. Hoy quiero compartirte tres puntos clave para que te puedas aplicar tu propia auditoria interna, como la base de tu crecimiento personal. Prepárate … ¡Lo mejor está por venir!

Auditarte a ti mismo es un acto de valentía. No cualquiera lo hace, de hecho, muchos huyen de esto poruq es como mirarte al espejo del alma y atreverte a preguntar:

El crecimiento personal comienza con la humildad de aceptar que no siempre vamos por el camino correcto. Y es ahí donde nacen los verdaderos logros.

En la vida profesional, quien no revisa sus resultados, fracasa. En la vida emocional, quien no analiza sus heridas y las sana, repite los mismos errores y se pierde en el rencor. En la vida espiritual, quien no se examina, se pierde porque se aleja del propósito de Dios para su vida.

Hazte una auditoría del alma, pero la idea no es culparte, sino despertarte. Porque la verdad puede doler, pero también tiene el poder de liberarte y llevarte a tu siguiente nivel.

Y conocereís la verdad y la verdad os hará libres. Juan 8:32.

En una auditoría empresarial, los números no mienten. Del mismo modo, los resultados de nuestra vida tampoco: si tus relaciones están vacías, si tu cartera esta vacia, si en tu alacena no hay alimentos, si sientes que vives sin dirección, si tienes muchos años en el mismo puesto en el trabajo, si los jefes te regañan mucho, si siempre te tienen que decir lo que debes hacer, si siempre te tienen que revisar lo que haces, si tus oraciones no traspasan el techo, si no tienes paz en tu corazón y en tu alma, si tu matrimonio está al punto del divorcio, si no encuentras conexión con tus hijos, …, esa es tu realidad, son los hechos, son tus resultados, son tu evidencia. Contra esto no hay excusa.

Negar la realidad te mantiene atrapado, pero verla con claridad te abre la puerta del crecimiento. Cada vez que reconoces una falla y decides corregirla, estás construyendo tu éxito con cimientos sólidos.

Ver la verdad no te destruye; te fortalece. El verdadero fracaso no está en equivocarse, sino en negarse a revisar los errores para corregirlos y reconstruirte.

Ve al inicio de toda corrección: tu mente. Cambia tu manera de ver eso que está mal. Y de ahí todo cambiará. El manual del fabricante nos lo dice claramente:

Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2b

Imagina aplicar una auditoría regular a cada área de tu vida: tus metas profesionales, tu salud, tus emociones, tus finanzas, tu relacion matrmonial, tu relación familia, tu relación con Dios. Cada evaluación sería una oportunidad para ajustar, aprender y evolucionar. Así se forman los grandes líderes, los profesionales de alto rendimiento, los matrimonios sólidos y las personas plenas.

El secreto está en tres virtudes poderosas:

El ser supremo nos lo resume en una sola frase:

Examinaos a vosotros mismos, …, probaos a vosotros mismos. 2 Corintios 13:5a

Auditar tu vida no es condenarte; es alinearte con tu propósito, con tus valores y con la voluntad de Dios. Es el camino hacia la excelencia personal y

espiritual.

Cada crisis que enfrentas, cada resultado que no llega, cada área que no prospera, no es un castigo: es una llamada de atención. La solución no está afuera. No está en las circunstancias, ni en los demás, ni en la suerte. Está dentro de ti, en tu capacidad de auditarte con verdad y corregirte con determinación. Auditarte es un acto de amor propio y de visión. Es mirarte con honestidad, abrazar tus errores y decidir avanzar con propósito. Cuando haces de este hábito un estilo de vida, el cambio deja de ser una promesa y se convierte en tu nueva realidad. Tu éxito personal, profesional y espiritual no dependerá del azar, sino de tu capacidad para revisarte, reinventarte y realinearte una y otra vez.

Y no te olvides de meter a Dios en la fómula de tu vida. Porque las grandes empresas se sostienen con auditorías… pero las grandes vidas se construyen con auditorías del alma.

Reyes Aguilar Medina