El culto a la imagen del éxito. Finge hasta que lo consigas.

El culto a la imagen del éxito. Finge hasta que lo consigas.

 

Esta reflexión tiene 1 arista de 2 caras, como algunos conceptos duales. El Ying y el Yang, que en la filosofía oriental forman dos fuerzas opuestas, pero complementarias. Otro ejemplo es la dualidad del bien y el mal con un pensamiento más occidental.


Abunda en redes sociales a últimas fechas, aunque ya desde hace algunos años antes de la popularización de YouTube, la presencia de Conferencistas, ahora llamados Speakers, que con charlas motivadoras, llenaban auditorios de ávidos emprendedores dispuestos a captar las claves del éxito que se comparten en eventos emocionantes en el que el orador, haciendo gala de grandes habilidades de comunicación, lograba encender a su público hasta las lágrimas. 


El orígen de este modelo de negocios, como muchos, llegó de Estados Unidos. En 1936 fue publicado uno de los primeros libros que han inspirado a miles o quizá millones de personas alrededor del mundo y hasta el día de hoy: "Cómo ganar amigos e influir en las personas” escrito por Dale Carnegie,  un empresario y escritor estadounidense de libros que tratan sobre relaciones humanas y comunicación eficaz.


Digamos que los libros han servido como un medio de almacenamiento de la sabiduría humana. Luego se usaron audios y posteriormente contenido audiovisual. Hablando de Antes Internet.


Después, llegaron numerosos autores que con una sólida, larga  y exitosa carrera en los negocios, las ventas, la mercadotecnia, el desarrollo humano y otros temas, compartieron sus conocimientos y experiencias como autores, ejemplos son Cris Gardner, Brian Tracy, Stephen Covey, Tony Robbins, entre otros.


En México, tuvimos a Miguel Angel Cornejo, fallecido en 2015.


La principal contribución de esta corriente literaria, por llamarla de alguna manera, fue la forma de monetización: en un principio como capacitadores, luego como autores, para finalmente alcanzar la cima como prestigiosos conferencistas.


En cierta forma crearon el mainstream del éxito y representaron esa imagen colectiva en la mente de millones de personas alrededor del mundo, pero principalmente en occidente.


Después de Internet


Internet impactó en esta industria como lo ha hecho en otras. Lo cual permitió que algunos estudiosos de la cultura del éxito del mundo hispano parlante, adoptaran las enseñanzas de líderes estadounidenses para aplicarles su estilo propio.


Lo anterior con las facilidades que ofrecen plataformas como YouTube para publicar contenido audiovisual, Amazon para publicar libros y Facebook como medio publicitario; al día de hoy existen muchas personas, demasiadas en mi opinión, que se dedican a compartir metodologías para emprendedores, empresarios y público en general para alcanzar: la libertad financiera, cómo ser feliz, cómo convertirte en líder, cómo volverte millonario, como salir de pobre, incluso cómo ser como ellos con métodos infalibles.


Desde mi opinión, una de las principales causas del aumento de influencers, speakers, creadores de contenidos digitales, es la calidad de las audiencias y la incapacidad de éstas para identificar contenido valioso y ejercer su pensamiento crítico, dan rentabilidad e incentivan a que proliferen los llamados "Vendehumos”.


Por supuesto que hay profesionales ofreciendo sus servicios de capacitación y desarrollo humano, pero que están perdiendo la batalla frente a seguidores del culto a la imagen del éxito, pero de nuestros tiempos en los que se valora más la adquisición de casas, coches, ropa de marca, ir a lugare, viajar, consumir lujo y un sin fin de atributos externos dejando a un lado la salud mental o el desarrollo personal.


Esta imagen del éxito promueve la comparación y genera sentimientos de inferioridad y la casi obsesión por una búsqueda de la validación externa cuando se idealiza una imagen de perfección y felicidad constante.


La sociedad, representada en las redes sociales,  ejerce una gran presión para alcanzar estándares de éxito, lo que puede generar frustración, ansiedad y estrés con afectaciones en la salud mental.


No basta con señalar dónde está el foco de este fenómeno. También, parte del problema somos los padres o los abuelos que evadimos tocar los temas que en su momento eran  pequeños Baobabs como en el planeta de El Principito y que hoy resulta imposible acabar con ellos.


Quizá la omisión siga teniendo más peso que enfrentar el conflicto.



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