Cuando escuchamos el término eficiencia energética y sustentabilidad lo primero que nos viene a la mente es sembrar árboles y los paneles solares. La eficiencia energética tiene sus orígenes a finales de los años 90 y se empezó a llamar ahorro de energía. Con la publicación de la ley de transición energética se tuvo una definición certera en su artículo 3:
"Todas las acciones que conlleven a una reducción, económicamente viable, de la cantidad de energía que se requiere para satisfacer las necesidades energéticas de los servicios y bienes que demanda la sociedad, asegurando un nivel de calidad igual o superior.”
Una de las acciones más importantes y menos implementada en los edificios es la eficiencia energética de la envolvente, que se refiere a la capacidad de sus cerramientos para regular la temperatura, la humedad, el viento y el ruido.
Estos son 3 beneficios de su implementación:
En primer lugar, para hacer frente al costo energético en un entorno de precios crecientes. El costo de la energía sube a un ritmo de 6.6% anual.
En segundo lugar, para ser coherentes con las políticas nacionales e internacionales de lucha contra el cambio climático. La meta de generación de energías limpias para 2024 se estimaba en 35%, esta meta la lograremos en el 2026. Hoy tenemos el 32%
Y en tercer lugar, para migrar hacia el nuevo modelo de crecimiento sostenible de la sociedad, evitando el despilfarro y controlando el gasto de un recurso todavía optimizable.
Las mejores prácticas de diseño en la envolvente e iluminación pueden significar un ahorro del 40% en el uso de la energía, en contrasentido, las malas prácticas pueden significar un aumento en el consumo eléctrico de hasta un 90%.
Para mejorar el diseño de la envolvente nos apoyamos en las normas de eficiencia energética de la CONUEE, NOM-008-ENER-2001, para edificios no residenciales y la NOM-020-ENER-2011 para edificios residenciales.
Pero, además de los beneficios económicos como la disminución de los gastos operativos, la mejora en la competitividad y el valor de los activos, tenemos beneficios sociales como la reducción de la pobreza energética, mayor seguridad energética y mejora en áreas como la educación. Además de los beneficios mencionados tenemos beneficios en el medio ambiente: disminución de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera por la energía que se deja de producir al reducir el consumo energético.

Veamos un ejemplo práctico:
El consumo eléctrico en el estado de Yucatán en el sector comercial es de 344 GWH, logrando ahorros mínimos del 10% por la implementación de acciones de eficiencia energética en edificios comerciales se dejarían de emitir a la atmósfera 7,853 Ton de CO2 y equivaldría a sembrar 1’146,666 árboles al año; el proyecto más ambicioso de siembra de árboles es de 600 mil árboles en 3 años. Sólo como ejemplo.
Tenemos la puerta y la llave, solo nos falta que como sociedad demos el primer paso.
IME Jorge H. García Valladares
Ingeniero Mecánico Electricista por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey con Maestría en Administración de la Construcción.
Entre sus principales aportaciones a la sociedad se encuentran la participación en diferentes comités de normalización, eficiencia energética, sustentabilidad, docencia y ha escrito diversos artículos para revistas y periódicos locales y nacionales, así como conferencias a nivel nacional e internacional relacionadas con la gestión energética y sustentabilidad.
Es especialista en Sistemas de Seguridad Comercial. Perito en Ingeniería mecánica y eléctrica del PJF
Miembro del consejo consultivo de FECIME, Tecmilenio, Casa Segura (de alcance nacional) y de la Asociación EXATEC Yucatán.
Es miembro senior y fundador del capítulo Yucatán de la IEEE. Presidente fundador de la Asociación Yucateca de Constructores Eléctricos (AYCE)miembro de la XIX comisión ejecutiva de la Unión Mexicana de Asociaciones de Ingenieros UMAI.
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