Cuando una buena idea no basta. Juan Carlos García Barcala

Cuando una buena idea no basta. Juan Carlos García Barcala

 
Cómo evitar que tu estrategia se quede en el papel

Muchas estrategias fracasan, no porque sean malas ideas, sino porque nunca llegan a ejecutarse de manera efectiva. Es fácil entusiasmarse con un plan bien estructurado, visualizar el impacto que tendrá y convencerse de que todo está bajo control. Pero entre la estrategia y la realidad hay un abismo que muchas veces no se cruza.

Uno de los errores más comunes es la falta de claridad en la ejecución. Se asume que todos entienden su rol y el impacto de sus acciones en el resultado final, pero sin una comunicación precisa, la estrategia se convierte en un rompecabezas donde cada pieza va por su cuenta. También es habitual que la estrategia y la operación diaria caminen por caminos separados, como si fueran dos mundos distintos. Lo que en papel parece lógico, en la práctica puede ser difícil de aplicar si el equipo no comprende cómo su trabajo contribuye a la visión general.




A esto se suma otro problema igual de frecuente: la rigidez. Creer que un plan debe seguirse al pie de la letra sin margen de adaptación es la receta perfecta para el fracaso. La realidad siempre presenta imprevistos, y la clave del éxito está en la capacidad de ajustar el rumbo sin perder de vista el objetivo. Además, muchas veces se descuida el seguimiento. Si no se mide el avance, si no hay espacios para revisar qué está funcionando y qué no, la implementación se convierte en un esfuerzo sin dirección.

Ejecutar una estrategia no es solo cuestión de seguir un documento bien escrito. Requiere compromiso, flexibilidad y una mentalidad enfocada en la acción. No basta con tener la idea; lo que realmente marca la diferencia es la capacidad de convertirla en resultados tangibles. Ahí está el verdadero reto y, sobre todo, la gran oportunidad.

Hay casos en México que lo ilustran con claridad. Guía Roji, por ejemplo, fue por décadas el referente en mapas impresos. Sin embargo, cuando la tecnología cambió la manera en que nos orientamos, la empresa no reaccionó a tiempo. No supo adaptar su modelo ni construir una estrategia que la conectara con el nuevo consumidor digital. El resultado fue predecible: terminó desapareciendo del mercado, no por falta de historia o reconocimiento, sino por falta de ejecución y adaptación.

Lo mismo ocurrió con Hilasal, una tradicional fábrica de toallas que apostó por modernizar su maquinaria sin tener un plan financiero sólido. Las inversiones mal calculadas, sumadas a la volatilidad del mercado, la llevaron al colapso. Aquí la lección es clara: innovar sin una estrategia bien ejecutada puede ser igual de riesgoso que no innovar.

Pero también hay historias que nos inspiran. Distroller, la marca mexicana de juguetes creada por Amparo Serrano, logró posicionarse frente a gigantes internacionales gracias a una estrategia muy bien pensada y, sobre todo, bien ejecutada. Desde la creación de personajes hasta la experiencia de compra en sus tiendas, todo estuvo alineado con su propósito: conectar emocionalmente con las niñas y niños. Esa claridad, sumada a una ejecución coherente, la llevó a expandirse incluso fuera de México.

Otro caso destacado es Café Punta del Cielo. Su fundador no solo soñó con vender café; diseñó una estrategia para posicionar el café mexicano en el mundo con innovación, tecnología y una red de alianzas estratégicas. No se quedó en la idea. Se enfocó en ejecutar, medir, ajustar y escalar. Y lo logró.

Al final, las buenas ideas abundan. Lo que escasea es la capacidad de ejecutarlas con disciplina, enfoque y adaptabilidad. Como empresarios, el reto no está solo en diseñar estrategias brillantes, sino en convertirlas en acciones concretas, en resultados reales, en avances medibles.

Una estrategia sin ejecución es solo una promesa. Pero cuando se ejecuta con intención, puede transformar por completo el rumbo de una empresa. Esa es la diferencia entre quedarse soñando... o realmente avanzar.

Juan Carlos García Barcala

Juan Carlos es ingeniero industrial y de sistemas por el Tecnológico de Monterrey, con una Maestría en Sistemas de Calidad y Productividad y una especialidad en Administración Financiera. Actualmente, es socio director de PlanEs, empresa de consultoría en planeación estratégica. Ha sido Director General de la Agencia para el Desarrollo de Yucatán y Coordinador General de Proyectos Estratégicos. Apasionado de la tecnología, la lectura, la familia y la buena comida, es también fan del Real Madrid. Su carrera combina excelencia profesional con un enfoque integral en su vida personal.


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