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El árbol de Chaká encierra una fascinante historia. Adriana González Durán
El árbol de Chaká encierra una fascinante historia. Adriana González Durán
El Bursera simuaruba o chaká, es un árbol desde los 20 hasta 35 m de altura, de copa tupida con ramas torcidas, tronco recto, color cobre, escamoso mostrando por dentro un tronco liso, lustroso y oscuro, razón por la cual, el chaká es conocido popularmente como "palo mulato”. Las flores son pequeñas de color crema claro a pardo verdoso muy aromáticas. Siendo una especie caducifolia y melífera que podemos encontrar desde dunas costeras hasta la selva alta perennifolia.
Es muy usado como cerca viva, con muchas propiedades medicinales entre ellas las hojas para dar baños curativos, desinflamante y sobre todo para afecciones respiratorias. Del tronco se hacen artesanías y ultimadamente ha tenido mucha popularidad como árbol ornamental en parques y jardines, hasta casas y privadas ya demandan esta enigmática especie. Entre otras razones, porque tiene la virtud de no levantar raíces y ser un árbol muy peculiar, siendo muy ultilizado en construcciones minimalistas y para banquetas.
Como mencioné anteriormente es una especie apícola, que tiene su floración entre los meses de abril y agosto proporcionando néctar y polen en abundancia casi toda la época de cosecha en Yucatán y en general en la zona sureste de México. Se trata de una miel monofloral (45% de polen de chacá) con olor herbal-vegetal y aroma a caramelo, particularmente oscura con tonalidades ámbar sombrío. La miel de este árbol ancestral tiene hoy un valor más allá de lo milenario, pues es una de las mieles con mayor producción en la Península de Yucatán, junto con la tajonal y dzidzilché.
Su resina se usa como incienso así como para aliviar quemaduras causadas por la resina de su hermano malvado, el chechén (Metodopium brownei). Estos dos árboles sagrados son protagonistas de una leyenda maya sobre veneno y antídoto, el bien y el mal, ya que se dice que por cada árbol de Chechén encontrarás uno de Chacá muy cerca de él.
Esta leyenda cuenta que en la mística selva de Quintana Roo, dos príncipes guerreros mayas eran hermanos; Kinich y Tizic. Ambos tenían la misma sangre, pero eran muy diferentes uno del otro, uno gentil y bondadoso y el otro frío y arrogante, que al aparecer un dia Nicté-Ha una hermosa mujer con el corazón más bello y una alma tan pura y gentil quedaron locamente enamorados, llevándolos a enfrentarse en una gran batalla haciendo molestar a los dioses y teniendo un trágico desenlace, ya que ambos hermanos murieron. Realmente fue una batalla a muerte, pero ninguno pudo ganar el amor de Nicté-Ha. Estaban tan enamorados de esta mujer que cuando llegaron al otro mundo pidieron a los dioses volver a ver a Nicté-Ha. Los dioses aceptaron, y regresaron a los hermanos a la tierra en forma de árboles.
Tizic regresó a la tierra en forma de un árbol venenoso; el Chechén. Con ramas y hojas que queman la piel si lo tocas o estás cerca de él. Kinich renació como el árbol de Chaká, un árbol que cura todo el veneno tóxico que deja el Chechén. Por su parte Nicté-Há murió de tristeza, después de ver la tragedia de los hermanos. Pero al llegar al otro mundo los dioses le permitieron renacer en una hermosa flor blanca que se sitúa cerca del agua.
En el próximo articulo hablaremos de un árbol sagrado lleno de historia y leyenda también de esta enigmática cultura maya.
M.C.F. Adriana González Durán
adrisgd@gmail.com
La botica de Dría.
Adriana González Durán es Ingeniera Agrónoma con Especialidad en Horticultura Tropical por el Instituto Tecnológico de Conkal con Maestría en Floricultura con especialidad en mejoramiento genético del Centro de Investigación y Asistencia Posgrado en Ciencias de en Tecnología y Diseño del Estado de la Floricultura con Jalisco A.C. (Unidad Sureste). Ha participado en diversos proyectos de investigación. Amante de la lectura y la naturaleza.