Podríamos comenzar este escrito casi como alguna vez lo planteó William Shakespeare "Ser o no Ser” y a pesar de parecer muy profundo y filosófico, hoy en el contexto del entorno económico, político y social se vuelve cada vez más relevante aprender a desarrollar habilidades y fortalecer el manejo de nuestras emociones, entre ellos la conciencia, la fe y lo que muchos ya parecen estar perdiendo muy fácil que es la paciencia.

El sentido común y la inteligencia emocional son conceptos distintos y a la vez complementarios, ambos se requieren al momento de tomar una decisión personal  o para nuestra relación con otras personas.

El Sentido Común se refiere a la capacidad de tomar decisiones lógicas y prácticas basadas en la experiencia cotidiana y el conocimiento.

Se adquiere a lo largo de la vida, se basa en observaciones y patrones comunes, es aplicable en situaciones cotidianas, no siempre considera las emociones o el contexto, un ejemplo muy sencillo es usar un paraguas al salir si está lloviendo.

Por otro lado, la Inteligencia Emocional se refiere a la habilidad para reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás. Incluye autoconciencia, autorregulación, empatía y habilidades sociales. Nos permite manejar conflictos, comunicarnos efectivamente y construir relaciones saludables. Por ejemplo, ante una situación con un problema o conflicto, tener técnicas para poder respirar y no tomar decisiones inmediatas, analizar la situación, revisar los hechos para poder controlar la emoción y ser más asertivo. 

¿En términos de productividad y liderazgo qué tan importante se vuelven?, ¿Qué tanto pueden afectar el resultado de un equipo?, ¿Cuál es el comportamiento esperado?, ¿Qué peso tiene cada uno para lograr la meta?

El sentido común y la inteligencia emocional generalmente no tienen un indicador métrico en los resultados como tal, sin embargo, si tuviéramos la oportunidad de llevar un registro de las veces que no se logra un resultado a tiempo y con la calidad prometida, mi experiencia me dice que más del 90% sería por alguno de estos factores, entonces, ¿Cuánto cuesta no terminar un trabajo a tiempo?, ¿Cuánto cuesta un reproceso?, ¿Cuánto cuesta la imagen de incumplimiento de la empresa o líder?, ¿Cuántas recomendaciones nos dejan de llegar por un incumplimientos de las empresas o equipos?

Mi recomendación es que no se deje al azar estos comportamientos, como líderes observemos y apuntemos, muchas veces no nos damos cuenta de lo que hacemos en un equipo, cada persona debe de tomar la responsabilidad de pedir permiso a cada integrante y acodar una retroalimentación o feedback para que se pueda establecer un mecanismo de aprendizaje y de crecimiento.

Esta es una de las mejores herramientas para que de manera franca, honesta y directa se pueda hacer estrategias que garanticen la mejora continua. Sí nos comprometemos como líderes a primero crecer nosotros para poder dar el ejemplo y poder recibir también la misma información, estaremos dando un gran paso a una mejor sociedad y sobre todo más enfocada en el crecimiento productivo en ambientes sanos.

¿No sería ideal estar en una familia o equipo donde todos se respeten, hablen bien, se apoyen, se cuiden y animan a seguir aprendiendo y ser mejores personas?

En resumen, el sentido común se centra en la lógica y la experiencia (como aprendizaje) y la inteligencia emocional se enfoca en las emociones y las relaciones.

Podemos considerar que el sentido común es muy útil para situaciones rutinarias y prácticas y la inteligencia emocional en la toma de decisiones complejas y en la gestión de las relaciones.

¿Qué tanto te conoces?, ¿Has evaluado tus resultados basados en tus acciones rutinarias o emociones?, ¿Has escuchado y aplicado recomendaciones para mejorar tu desempeño?, ¿Evalúas los hechos e identificas las consecuencias?