El árbol de la vida de los mayas. Adriana González Durán

El árbol de la vida de los mayas. Adriana González Durán

 
Desde la antigüedad, en la naturaleza existen muchas leyendas, ya en el pasado artículo hablábamos del chaká y del chechem por lo que no podía pasar desapercibido y más en la Península de Yucatán, la ceiba, este árbol sagrado lleno de misticismo e historia que ahora nos regala sus semillas dispersándolas por toda la ciudad para perpetuarse en esta primavera.

La Ceiba petandra es una especie de las más grandes en la América tropical, caducifolio, de 20 a 40 m. (hasta de 70 m.) de altura (en Yucatán alcanza hasta los 20 m. de altura), copa redondeada o plana muy amplia, tronco cilíndrico con o sin espinas, flores actinomórficas perfumadas con pétalos blancuzcos a rosados, los frutos son cápsulas oblongas o elípticas que contienen muchas semillas globosas y que están protegidas por un algodoncillo. Florea de diciembre a marzo y se desarrolla en selvas caducifolias, perennifolias, subperennifolias y subcaducifolias; siendo una especie muy resistente, de raíces sobresalientes que se adapta a muchos tipos de suelos.

Tiene una amplia distribución geográfica, que va en la República Mexicana en la vertiente del Golfo, desde el sur de Tamaulipas hasta la Península de Yucatán y en la vertiente del Pacífico, desde Sonora hasta Chiapas. Originaria de América Central. Se extiende desde el sur de México hasta Venezuela, Brasil y Ecuador. En los trópicos del Viejo Mundo (regiones tropicales de Africa Occidental y Asia). Se ha introducido a los Archipiélagos de las Bermudas y Bahamas. 

Su madera se emplea para fabricar canoas, balsas, centros para madera terciada, cajas de empaque, etc. La semilla es comestible cocida o tostada. El aceite de las semillas se usa para fabricar jabones. La fibra algodonosa que rodea las semillas se utiliza en la industria como aislante térmico y acústico en cámaras frigoríficas y aviones y también para rellenar colchones, almohadas, chamarras etc. Hoy en día es muy utilizado es diseño de jardines y sembrada en avenidas y casas. La ceiba es apreciada también por sus propiedades medicinales. Tradicionalmente se utilizan la corteza, las hojas y tallos para curar heridas y tratar el acné, además de usarse para aliviar síntomas de reumatismo, enfermedades intestinales, inflamación, dolor de muelas, quemaduras y salpullido.

Para las comunidades mayas, la ceiba o ya’ax’che es un árbol sagrado que sostiene el cielo con sus ramas y teje el inframundo con sus raíces conectando los tres niveles cosmogónicos. El tronco, que mantiene el plano terrenal, también es un conducto para comunicarnos con los otros niveles. Según el antropólogo Alfred M. Tozzer, para los mayas, hay 13 planos celestes, dispuestos uno sobre otro; y éstos son visibles en los "pisos” de la copa del árbol. Estos planos tienen, en el centro, un hoyo por donde atraviesa el tronco y por donde las almas de los difuntos escalan, hasta el nivel que, según sus virtudes en vida, les corresponde. Elsa Hernández Pons, arqueóloga, ha señalado que para algunos grupos, la ceiba es considerada la "morada del dios”. Así también, la sombra de la ceiba es un espacio ritual. A los pies del árbol se depositan ofrendas y a la sombra que éste crea se le ofrece respeto. 

En Yucatán se habla mucho de una leyenda relacionada con la ceiba: La leyenda de la Xtabay, la cual cuenta que, en un pueblito yucateco, existieron dos hermanas llamadas Xtabay y Utz-Colel. Las dos eran muy bonitas pero no coincidían en la forma de ser.  Xtabay era bondadosa, entregaba el alma en obras de caridad, cuidaba de los animales, pero también era muy noviera y apasionada y, por lo tanto, mal vista por la gente por lo que empezaron a llamarla Xkeban que en maya significa prostituta. Por otro lado, a Utz-Colel no le interesaba hacer el bien, humillaba a la gente pobre, pero, aunque era hermosa no tenía suerte con el género masculino y nunca se le conocieron pretendientes.

Un mal día, Xtabay no se vio más por las calles. A la gente le pareció extraño porque al mismo tiempo se esparció por el poblado un deleitante aroma a flores. Cuando los curiosos se dejaron llevar por el aroma, descubrieron que provenía de la casa de Xtabay, a quien encontraron muerta. Utz-Colel, sin extrañar a su hermana, esparció el rumor de que ese aroma era cosa del espíritu maligno de Xtabay para después de muerta, seguir seduciendo a los hombres.

Entonces, algunas de las personas que estaban agradecidas con Xtabay por sus buenos actos la sepultaron, y descubrieron que al siguiente día su tumba amaneció repleta de hermosas y aromáticas flores que con el tiempo nombraron como Xtabentún, de néctar seductor. Mientras que cuando Utz-Colel murió todo el pueblo asistió a su sepelio, pero no expidió un aroma agradable sino todo lo contrario, y en su tumba apareció la flor de Tzacam, un cactus erizado de espinas del que brota una flor hermosa y sin aroma, que pincha fuertemente a quien la toque.

Utz-Colel quedó frustrada, llena de odio y a la vez con el deseo de ser deseada como lo fue su hermana en vida, por lo que se conectó con el inframundo y los espíritus malignos. Donde le dieron el don de regresar a la vida cada que lo deseara convertida en mujer de nuevo, para enamorar a los hombres, y seducirlos, pero debido a su naturaleza fría y trato terminar con su vida. En su afán por parecerse a su hermana, Utz-Colel tomó el nombre de Xtabay, y se cuenta así que mientras espera escondida en una ceiba, peina su larga cabellera con un trozo de Tzacam lleno de púas, el caballero llega, ella lo seduce, pero como lo odia, lo extermina, convertida en un ser monstruoso.

De ahí que el árbol de la vida sea tan enigmático, adorado y temido a la vez. Ya para despedirme es importante mencionar que así también es una especie que se siembra sin conciencia, haciendo incapié en que es un árbol muy grande con raíces que invaden pudiendo levatar pisos, para que cuando decidan sembrar uno consideren el espacio disponible y no talarlo o matarlo posteriormente. Nos leemos pronto.

M.C.F. Adriana González Durán

adrisgd@gmail.com
La botica de Dría.

Adriana González Durán es Ingeniera Agrónoma con Especialidad en Horticultura Tropical  por el Instituto Tecnológico de Conkal con Maestría en Floricultura con especialidad en mejoramiento genético del Centro de Investigación y Asistencia Posgrado en Ciencias de en Tecnología y Diseño del Estado de la Floricultura con Jalisco A.C. (Unidad Sureste). Ha participado en diversos proyectos de investigación. Amante de la lectura y la naturaleza.


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