Existen en el mercado innumerables programas para llevar una contabilidad tradicional. Prácticamente desde los inicios de la computadora personal han existido herramientas desde hojas de cálculo como el extinto Lotus 123, formidable herramienta que sustituyó en parte a las hojas verdes de 8 columnas. Hasta el Excel de nuestros días con tablas dinámicas, formulas financieras, matemáticas y macros.

En términos generales la contabilidad o más bien los asientos contables, el cargo y el abono no han cambiado. Es un paradigma que tiene principios ancestrales en la Roma Imperial, origen también del tributo o impuestos que ejercía el imperio sobre los ciudadanos. Sin embargo, lo que definitivamente ha evolucionado es la tecnología con la que los ciudadanos hacen negocio. El advenimiento del comercio electrónico, las transacciones bancarias a través de la Internet, la movilidad de la economía han generado que el Sistema Tributario Mexicano haya evolucionado también. Sin embargo hay fuerzas en la economía que se niegan a evolucionar, ya sea por intereses de la autoridad, costos políticos, atrasos tecnológicos o analfabetismos digital.

Hoy por hoy los contribuyentes que están inscritos al Sistema Tributario Mexicano deberán llevar ahora una nueva tarea que se suma a las ya establecidas. La contabilidad electrónica. Este nuevo paradigma en México llegó como la crónica de una muerte anunciada. Las empresas que ya contaban con sistemas de contabilidad para llevar las transacciones de su negocio, deberían transitar a este nuevo esquema de manera transparente, sin embargo, se percibe complejidad en algunos casos.

Estas son algunas dificultades que se pudieran presentar:

- La empresa que desarrolló el software contable ya no existe.
- El soporte técnico para actualizaciones del software está saturado
- La empresa cuenta con un software sin licencia
- La implantación de mi catálogo de cuentas contables no está preparada

Lo que es una realidad es que la contabilidad electrónica llegó para quedarse. Formará parte del nuevo paradigma fiscal y por supuesto de la integración futura con las transacciones bancarias. Por eso, ya lo decía un experto en finanzas. Ocúpate mejor de hacer eficiente a tu empresa, porque de los impuestos nadie se salva.