"Recuerda que existen dos tipos de locos: los que no saben que van a morir y los que olvidan que están vivos”.      Patrick Declerk 

En occidente acostumbramos ver a la muerte como algo muy  triste y distante, cuando pensamos en ella normalmente  nos entristecemos e imaginamos que nos llegará dentro de mucho tiempo, aunque sepamos que puede sorprendernos en cualquier momento.

Sabemos y entendemos que es segura, pero por fortuna su momento de llegar es imprevisible.

Pero cuando la muerte llega, nada ni nadie puede lograr convencerla de que se retire, no podemos sobornarla con ninguna riqueza, ni magia alguna puede desaparecerla.

Recuerdo el cuento del rey que soñó ser visitado por la muerte, quien le invitaba  a  prepararse ya que en cinco días pasaría por él.

El rey convocó de inmediato a todos los sabios del reino para que descifraran el significado de su sueño, después de tres días de amplias discusiones no llegaban a un acuerdo, fue cuando su mozo le recomendó que lo más sabio sería tomar su mejor caballo y   alejarse lo más posible de su palacio, así si la muerte llegaba no le encontraría.

De todos los  consejos este fue el que le pareció más sensato, por lo que cabalgó por un día, así llegó a un oasis donde se detuvo a descansar, mientras bebía agua acariciaba a su caballo y le agradecía haberlo alejado de la muerte, en ese momento detrás de las palmeras apareció la muerte y le dijo al caballo, el que tiene que agradecerte por traerlo a mi hoy,  soy yo, me atrasé por una epidemia en el reino vecino,  hoy es el día cinco ya no iba a llegar a mi cita con tu amo.

Muchos nos preguntamos ¿cómo pensar en la muerte sin perder la alegría por la  vida?, y ¿es posible pensar en ella sin:  angustiarnos, tener  miedo, estar tristes, olvidarnos del placer y la alegría por la vida?

Quienes  encuentran  la esencia de su vida y logran vivirla con sentido, verán a la muerte no como un enemigo, ni como un triste final, sino como la coronación de una vida plena y bella y por lo tanto será una muerte hermosa.

Escribió Víctor Hugo; "la felicidad de vivir es lo que hace la gloria de morir”.