La importancia del silencio. Edgar Hernández Cancino Quintero

La importancia del silencio. Edgar Hernández Cancino Quintero

 
"No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la mano derecha para que tu limosna sea en secreto; y tu padre, que ve en secreto, te recompensará”, señala el evangelio de San Mateo en su capítulo 6, versículo 3, enseñanza bíblica que se puede interpretar como que cuando des una ayuda a los necesitados, no se lo digas a nadie ni lo hagas buscando reconocimiento, atención o lealtad, pues la recompensa está en la satisfacción de poder hacer una obra de misericordia. 

Este profundo pensamiento expresa en forma muy precisa la importancia que tiene el silencio en nuestra interacción con los demás. En sentido estricto, se refiere a que si ayudamos a alguien debe ser por convicción de solidaridad y no de lucimiento personal o de reconocimiento social. En otras palabras, no tiene caso que pregones lo que haces o no haces, pues no hay necesidad de que lo externes. Basta con que tú lo sepas. 

Sin embargo, es muy común que, en lugar de callar nuestros éxitos y fracasos, nuestros problemas y errores, amores y desamores, nuestras alegrías, tristezas y temores, lo comentemos con los amigos, colegas, compañeros o con la familia, sin considerar que ello muchas veces no era necesario ni conveniente decírselos, y tal vez, ni les importa. 

De este texto se desprende la reflexión que no necesitamos comentar todo lo que hacemos o lo que nos acontece.  ¿Por qué lo hacemos? Tal vez por presumir, por buscar consuelo, por inseguridad, por llamar la atención o porque nos hace sentir bien decirlo. 

Sé consciente que lo que comentes será información que no será olvidada por quien la conozca, y que quien la sepa la podría usar en el futuro en tu contra. Además, que quien te escuche emitirá -consciente o inconscientemente- un juicio sobre lo que le digas y que existe el riesgo que la persona a la que le confíes tus sentimientos y secretos, los cuente a otras personas, que a su vez podrían también comentarlos, abriendo así la puerta a la crítica y a los comentarios mal intencionados, y hasta a la envidia. 

Hay un dicho muy severo - no por ello deja de ser verdad-, que sentencia que en la vida "hay pocos amigos, hay muchos enemigos y envidiosos lo somos todos”, sin duda, saberlo invita a reflexionar sobre el cuidado que debemos tener con lo que decimos a los demás o sobre lo que publicamos en las redes sociales. Si tomamos en cuenta que vivimos en un mundo de competencia, desigualdades y carencias, de falta de equidad y de justicia social, en donde la felicidad se pretende obtener mediante la posesión de bienes de lujo o por el uso de  servicios que no son permisibles para todos  los que nos rodean como los son los viajes al extranjero, ir a comer a restaurantes de lujo, hospedarse en  hoteles de primera,  vivir  en lujosas residencias, poseer autos costosos, vestirse con ropa y accesorios de marca de alto costo, entonces la frustración de desear lo que no podemos tener -que otros si pueden-, puede dar pie a que surja  una de las emociones más negativas del ser humano: la envidia. 

Por lo tanto, si caes en el error de comentar sea en una plática de café, en una reunión o en las redes sociales, aquello que posees, lo que te hace feliz o infeliz y lo que te satisface o disfrutas, corres el riesgo que provoques frustración y envidia en la persona que se entera de tus éxitos y de tus alegrías. Así mismo, si compartes tus errores, sinsabores, desgracias y tristezas, no será benéfico para ti, pues más de uno, se atreverá a juzgarte severamente con actitud de ser poseedor de gran sabiduría y de la verdad absoluta. Desgraciadamente, las personas no solemos ser empáticas y menos admiramos y reconocemos el éxito ajeno. Entonces, la pregunta obligada es ¿qué gano con contar lo que me sucede, lo que sueño o lo que deseo? La respuesta es nada en beneficio, sólo envidia en tu perjuicio. La reflexión es: callado me va mejor. 

Aunque la felicidad como la riqueza no se puede esconder, lo importante es que no hagas alarde de tu alegría y de tu forma de vivir. No cuentes tu vida y tus problemas a tus amigos, sólo a tu familia cercana, si es que en realidad necesitas hacerlo. Al menos, considera y decide con cuidado a quien le puedes contar tus cosas. Ten precaución con lo que publicas en redes sociales, sobre todo cuando las publicaciones de comentarios videos, reels e imágenes, decidas que sean públicas y no sólo para tu grupo de amigos.  Por otro lado, es mejor que evites dar tu opinión cuando te enteres de algo o te pregunten sobre lo que hizo o le pasó a alguien o sobre sucesos de conflictos entre otras personas sean o no conocidas, pues si tu comentario es en perjuicio o de condena, quien lo escuche podría comentarle lo que dijiste a quien le afecta. Así mismo, lo mejor es no opinar sobre asuntos de política o de religión, si deseas evitar discusiones vanas en donde lo único que lograras es que surja el enojo por afectar la sensibilidad y el ego de los participantes en la plática. Guardar silencio en estos casos te evitará muchos sinsabores y conflictos en tus relaciones personales. 

En cuanto a lo empresarial, es muy mala idea que compartas tus proyectos de negocios con tus amigos o conocidos, con tus competidores y hasta con las personas cercanas o de familia. Si decides llevar a cabo un negocio, un cambio o una mejora, hazla si estas convencido de ello, pero no lo cuentes.  Ni pidas opinión a quien en realidad no tiene la capacidad o la experiencia suficiente para dártela con verdadero conocimiento de causa. Si requieres un consejo o asesoría profesional de un experto, está bien que a él se la solicites y le pagues por ello.  La recomendación es que no cuentes tus planes sólo por el gusto de hacerlo o por tu entusiasmo desbordado. Si lo haces, correrás el riesgo de que tu idea la aprovechen otros antes que tú, o bien, que alguien gestione algún impedimento para evitar que puedas realizar lo que pretendes.  

Controla tu entusiasmo por compartir tu felicidad, tus ideas, tus logros y tus éxitos. No cuentes tus afecciones emocionales ni tus fracasos, problemas o tristezas a quien no necesita saberlo ni te puede ayudar. Concientízate de la importancia del silencio y en la prudencia de la intimidad, y no olvides que lo que haga tu mano derecha, no tiene por qué saberlo la izquierda. 

Edgar Hernández Cancino Quintero

Es contador público y auditor, egresado de la Universidad Veracruzana, con estudios de especialidad y maestría en administración fiscal. Realizó un Doctorado en Gobierno y Administración Pública.  Por más de 30 años ha ejercido contaduría pública como consultor de empresas, dictaminador fiscal y perito contable. Es socio director de XELCRON Empresa de Tecnología especializada en Sistemas Administrativos. Socio Director de Cancino, Hidalgo y Asociados, S.C.  Ha impartido conferencias, talleres y cursos en desarrollo humano y en las áreas de fiscal, ética y contabilidad en diversas universidades públicas y privadas en México y en el extranjero. En el 2011 publicó la obra Ponga en orden su vida y sea feliz: controle su entropía y en el 2013 el libro Decídete a ser feliz: una guía para lograrlo.

COMENTARIOS

Anónimo
Felicidades Edgar que ciertas, resultan las palabras que hoy nos compartes, en todo los aspectos, que sigas con tus grandes éxitos, y aunque casi no te vea, sabes que sigues contando con una amiga, que te te estima, y su cariño es sincero para contigo
Anónimo
Excelente reflexión! De hoy en adelante lo tendré a la mano para recordar que debo evitar, muchas gracias
Anónimo
Muy cierto, mis respetos y admiración para ti trayectoria
Anónimo
Es una muy buena reflexión, además de un aprendizaje que debe uno hacer el esfuerzo por llevarlo a cabo. Me pare e que es bueno practicarlo. Saludos.
Anónimo
Excelente información
Anónimo
Totalmente de acuerdo con tus reflexiones. A veces leemos cosas que ya sentimos, las leemos y piensas en lo oportuno que ha sido el mensaje. Gracias. Saludos

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