4 tipos de retiradas de la empresas y lo que sigue

4 tipos de retiradas de la empresas y lo que sigue

 
La vida de las personas tiene distintas fases que se adaptan a las posibilidades que sus facultades, físicas e intelectuales, les confieren. Infancia, adolescencia, madurez y vejez les permiten aprender, probar, desarrollarse y aprovechar su experiencia transmitiéndola a la siguiente generación, para que ésta no tenga que empezar de cero. Además, es normal que busquen ser felices, cada cosa a su edad. Y es que retirarse no es el fin del mundo; hay mucho que hacer, si se quiere...

Los empresarios suelen ser personas de acción; poner en solfa su proyecto si han sido fundadores, encontrar el nicho de mercado adecuado, defender su posición y mejorarla en un entorno cada vez más competitivo, y mantenerse al más alto nivel al frente de su organización son retos muy exigentes que colman su deseo de actividad.

No se puede esperar que, en el momento de su retirada, de forma repentina, dejen de tener algo que hacer; algunos no sobreviven al duro golpe que ello supone y otros se siguen inmiscuyendo en el día a día de la empresa puesto que ésta ha sido el objeto, casi exclusivo, de su dedicación a lo largo de su vida.

No tiene ni por qué producirse un corte súbito de su actividad ni quedarse recluido en el ocio más absoluto e improductivo. Si su retirada ha sido bien planificada, su ritmo de actividad puede reducirse de manera progresiva durante los años del plan de sucesión, con lo que nuevas actividades irán sustituyendo a las que estaba llevando a cabo en la primera línea de fuego. Pero, una vez retirado, también puede distribuir su tiempo entre los tres ámbitos que conforman la empresa familiar e incluso dedicar una parte a colaborar con la organización, pero sin la responsabilidad de tener que tomar las decisiones que ya deben estar en manos de su sucesor.

• Propiedad: Muchos empresarios, aunque retirados, siguen siendo propietarios, por lo que pueden dedicar parte de su tiempo a la empresa, ocupándose de aspectos de carácter estratégico y ejerciendo de miembro del Consejo de Administración (como Presidente o como un consejero más). En muchos casos se han responsabilizado de la puesta en marcha del consejo, órgano inoperante hasta el momento. Incluso, en ausencia de propiedad, sus conocimientos de la empresa y del sector, su ascendencia y su papel en la familia empresaria, lo hacen merecedor de una posición honorífica, como la de propietario emérito, con su consiguiente papel de representatividad social.

• Empresa: El cese de su actividad como máximo ejecutivo de la empresa no tiene por qué comportar su desaparición de la misma, aunque debe rehuir la toma de decisiones; nadie tiene su experiencia acumulada y suele estar en una edad que aún le permite transmitirla a otros y desarrollar tareas, muchas veces vocacionales, a las que tuvo que renunciar para concentrarse en la gerencia. - Entre las tareas más productivas figuran las de ejercer una posición de relaciones públicas, que une el aprovechamiento de sus valiosos contactos a una gran flexibilidad horaria, o una tarea formadora en aspectos que domine especialmente, que le permite continuar el contacto con sus empleados sin detentar responsabilidad directa sobre ellos.

- Para aquellos que descansan en una base más técnica, las tareas de investigación, el desarrollo de nuevos productos, o la coordinación de proyectos muy puntuales, pueden suponer no sólo un beneficio para la empresa, sino la satisfacción por dedicarse a lo que fue su vocación inicial.

- En un nivel más cercano a la gerencia, aunque precisamente por ello con mayores riesgos, están las tareas de consultor interno y de asesoramiento personal al sucesor, siempre que se mantenga en el ámbito de la recomendación y la sugerencia, y no entre en la toma de decisiones.

El éxito de estas colaboraciones radica en la delimitación exacta de sus funciones, la temporalidad y el alejamiento de las posiciones ejecutivas; es crucial y, si no es así, ni el empresario tendrá la sensación de haberse retirado, ni el sucesor podrá estar tranquilo a causa de posibles intromisiones de su antecesor en la gerencia.

Familia: Cuando el empresario se ha vaciado en la empresa, generalmente ha sido a costa de su dedicación a la familia y a sí mismo. La retirada es el momento de retomar sus relaciones íntimas con el cónyuge, los hijos y los nietos, en cuya compañía transcurrirá su vejez. También es una oportunidad inmejorable para dedicarse a actividades placenteras a las que el exceso de trabajo le obligó a renunciar (viajes, hobbies, etc.). Las relaciones familiares, todavía ligadas a la empresa y a su plan de sucesión, pueden necesitar su papel patriarcal al abordar tensiones que puedan surgir entre sus miembros.

Comunidad: Para algunos empresarios, populares en un sector determinado o en asociaciones empresariales, su retirada les puede permitir dedicar tiempo a organizarlas o dirigirlas, con aportaciones que serán bien recibidas. También la docencia en universidades o en centros especializados es para empresarios retirados con habilidades formativas un buen foro para que sus conocimientos y su experiencia puedan ser aprovechados por la sociedad y ellos se sientan satisfechos.

Sin embargo, ni todas las empresas tienen oportunidades para ofrecer al empresario, ni todos los empresarios saben retirarse de la misma forma. En general, hay cuatro tipos de retiradas:

1. Monarcas: Nunca van a retirarse y, en consecuencia, tampoco tienen un plan de sucesión, al menos creíble.  Aunque hablen de sucesión, no lo hacen en serio y aplazan cualquier decisión al respecto. Preferirán hundirse con la empresa que reconocer que ellos no son imprescindibles. Suelen morir como gerentes, lo cual genera problemas en el sucesor, en la familia y en la empresa.

2. Generales: Parecidos a los anteriores, han tenido que retirarse a regañadientes por presiones ajenas o para cumplir su plan de sucesión, pero no van a conformarse con ello. Van a seguir entrometiéndose en la gestión de su sucesor, maquinando, intrigando y comparando; si todavía son propietarios, obstaculizan las decisiones y controlan con rigidez a la nueva línea ejecutiva para demostrarles quién es el que manda. El resultado es el deterioro de las relaciones tanto en la empresa como en la familia.

3. Embajadores: Son los empresarios que tienen plan de sucesión, lo cumplen y saben asumir nuevos papeles de colaboración y representatividad de la empresa una vez retirados. En consecuencia, se retiran del primer plano, pero saben estar a disposición del sucesor cuando le necesite.

4. Gobernadores: Es el modelo menos habitual entre los empresarios, aunque sí lo sea entre los ejecutivos, puesto que su retirada se produce con todas las consecuencias; cambian de vida y ya no se preocupan más de la gestión de la empresa puesto que su faceta familiar y privada –o, como máximo, la de propietario– les resulta prioritaria.

En resumen, existen dos modelos que se retiran y dos que se resisten, a pesar de que las estadísticas dicen que son mayoría los que se niegan a abandonar por las buenas.

Una adecuada planificación puede garantizarles en gran medida los medios económicos y unas actividades sustitutorias lo suficientemente satisfactorias, pero no todos los empresarios se prestan a ello. En estos casos, el precio para la empresa, para la familia y también para él, suele ser muy alto.


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